La creciente interdependencia global que caracteriza nuestro tiempo exige una generación de individuos que puedan participar en la resolución efectiva de problemas globales y que al mismo tiempo participen en la vida local, nacional y global de una manera cívica.
El Proyecto de investigación Cero, de la Harvard Graduate School of Education, en colaboración con la Asia Society y el U.S. Council of Chief State School Officers definen la competencia global como: “La capacidad y la predisposición para comprender cuestiones de importancia global y actuar frente a ellas” (Boix Mansilla & Jackson, 2011).
Tienen curiosidad por conocer el mundo, los países, las distintas culturas, las religiones, la historia.
Reconocen su propia perspectiva del mundo, conocen su cultura, su historia, su realidad y reconocen las perspectivas que otros tiene del mundo. Y en ese reconocer, entienden que todas son válidas, la suya y la de los demás.
Saben dialogar con el que es diferente, aprenden su idioma, adaptan el lenguaje, empatizan con el otro, se relacionan siempre desde el respeto.
Participan a nivel global en la identificación conjunta de problemas y en la búsqueda conjunta de soluciones.
“En la medida en que operamos en espacios homogéneos nos sentimos cómodos. Cuando estamos con personas que piensan de manera muy distinta, tenemos predisposición a formar estereotipos, a resistir, a no encontrar la riqueza de la identidad del otro. Hay que aprender a vivir en la diversidad. Necesitamos formar amantes de la diferencia, personas que pueden hacer puentes culturales entre una región y otra. Jóvenes que puedan participar de manera cívica y respetuosa, en el mundo y en el mundo en línea. La diversidad es la nueva norma del mundo.”
Verónica Boix Mansilla, Investigadora Universidad de Harvard (EEUU)
Si queremos que nuestros alumnos respeten, valoren y convivan con personas de otras culturas, tradiciones y religiones primero deben aprender a respetar y a convivir con los que están sentados a su lado.
Si queremos que nuestros alumnos cambien el mundo, primero debemos permitir que nos ayuden a cambiar la escuela y hay que guiarles en este camino.
Debemos ayudarles a desarrollar habilidades y competencias personales, sociales y relacionales.
No podemos desligar la conciencia global de los alumnos de su conciencia cotidiana, del día a día, de lo que tienen a su lado. El mundo está en las aulas, sentado a su lado, en su barrio, en su ciudad.
Necesitamos enseñarles a solucionar los problemas y retos que tienen en sus aulas, que tienen en las relaciones con sus compañeros. Este es el inicio del camino que nos llevará a desarrollar la conciencia y la competencia global de nuestros alumnos.
La competencia global que queremos desarrollar en ellos empieza en lo local. Disciplina Positiva es una palanca muy potente que nos ayudará a hacerlo.