En mis 10 años de experiencia docente trabajando en centros educativos, he observado habilidades excepcionales de liderazgo en muchos de mis compañeros. Sí, en los maestros y profesores que están en las aulas.

Y no vale cualquier liderazgo. Vale el liderazgo que genera influencia a través de la relación, vale el liderazgo que se ejerce desde el respeto más profundo al otro, vale el liderazgo que hace crecer, que facilita el aprendizaje y que promueve siempre la autonomía. Y cuando esto pasa, la pedagogía y la didáctica pueden tener su protagonismo.

Cada maestro y cada profesor empieza el curso con un grupo de alumnos que tienen talentos diferentes, dificultades diferentes, intereses diferentes y también, realidades personales y familiares muy diferentes. Y tiene un objetivo muy claro, conseguir en 9 meses que esos 25, 30 alumnos adquieran una serie de competencias y habilidades determinadas y que no dejen de crecer como personas. Este es su liderazgo, el que ejercen cada día cuando entran en su aula.

Así que hoy traigo una propuesta rompedora, una propuesta diferente. No para el mundo educativo sino para el mundo de la empresa.

Yo propongo que las empresas se acerquen a los centros educativos para que observen los liderazgos que allí habitan (y que siempre han estado allí). Para que observen a los maestros y profesores que están en las aulas. Son maestros de la inclusión, de la convivencia, de la diversidad, del crecimiento, de la cooperación, de la pertenencia, de la contribución, del respeto y sobretodo son maestros de la posibilidad.

Más que nunca son necesarias nuevas alianzas y nuevas perspectivas que nos ayuden a hacer más horizontal nuestra sociedad, nuestras empresas y en definitiva nuestras relaciones. Y sobre todo alianzas que nos ayuden a construir una sociedad más justa, más colaborativa y más respetuosa.

Las empresas, las escuelas y sobretodo las personas tenemos la capacidad de generar este cambio social tan necesario. ¿Nos atrevemos?